domingo, 11 de enero de 2015

Entre más permanecen las cosas…







Profesor de Metafísica y Decano de la Facultad de Artes,

Universidad de Nottingham


La gente se pregunta con frecuencia cuál es el punto de la filosofía, ya que estudia las cosas en términos tan generales y abstractos que parece tener poca relevancia con el aquí y el ahora. De cierto modo esto es verdad, y de hecho es la razón por la que muchas personas se sienten atraídas a ella. Pero en otro sentido eso es falso: la filosofía se pone a considerar algunas de las verdades más fundamentales de la existencia, y por supuesto estas verdades pueden tener aplicaciones prácticas.

Aquí, consideraré el problema de Identidad en el Tiempo. Ésta se refiere a la simple pregunta de qué hace que una cosa que vi ayer, sea la misma cosa que veo hoy, lo cual es muy importante. Yo, por ejemplo, quiero saber que el coche que dejé en el estacionamiento es en verdad el mío, y no uno de miles que se le parecen. Quiero saber que la persona a la que amo es realmente ella, y no alguien que tiene una cara parecida. Y quiero saber que mi equipo favorito de futbol sigue siendo el mismo equipo que era hace un tiempo. Así que, ¿qué quiere decir que tienen Identidad en el Tiempo, y sobre todo: qué cambios pueden sufrir sin dejar de ser lo que son?

Voy a relatar una historia real que ilustra el problema.

Una vez compré un coche nuevo. Quería algo confiable para ir a mi trabajo, pero terminó siendo un desastre: a mi coche lo seguían los accidentes. Un día, esperando entrar a una rotonda, un autobús me golpeó por detrás; toda la parte trasera quedó arruinada pero la compañía de seguros cubrió los costos para quitarla y sustituirla. Al año siguiente, durante una revisión de rutina, un ayudante del taller lo sacó a manejarlo como prueba pero no cerró bien el capote; de modo que el aire lo abrió violentamente, lo arrancó y destruyó el parabrisas y parte del techo. El taller tuvo que reemplazar todas las partes dañadas. Además, de vez en cuando había que cambiar las llantas y partes de los frenos.

Una vez viajando en carretera el coche empezó a hacer unos ruidos terribles, y a 50 kilómetros de llegar a casa, el motor explotó. Al final tuve que comprar un motor nuevo y gastar £800 en él. Para este punto, me puse a pensar si éste era realmente el mismo coche que había comprado hacía cuatro años: con tal cantidad de cosas sustituidas, cada vez habían menos de las cosas originales por las que había pagado.

Ahora bien, no había nada que dependiera de responder esa pregunta. Pero hay veces que sí hay cosas que dependen de tal cuestión.

Supongamos que salgo con una chica que me parece atractiva, y cuya personalidad me atrae. Después de unas semanas empezamos a tener sentimientos más fuertes, y decido serle fiel. Pero un día me lleva a su casa y descubro que tiene una gemela idéntica que es igual de atractiva e igual de agradable. Y aunque me guste su gemela y al principio no las pueda distinguir, estoy seguro de que es la chica original quien es mi amada, y no estoy dispuesto a cambiarla por alguien más, aunque sea indistinguible.

Existen casos en los que hay duda genuina de si estamos tratando o no con un caso así. Algunas personas tienen una lealtad muy fuerte por un equipo de futbol, pero ese equipo puede pasar por cambios drásticos y aún así mantener la lealtad de sus seguidores. Hay equipos que han cambiado sus colores, su ciudad y hasta sus nombres, pero los seguidores por lo general aceptan esos cambios si son graduales y de uno en uno. Pero hace unos años, cuando el equipo de Wimbledon anunció que se movería 90 kilómetros al norte al pueblo de Milton Keynes, y que cambiaría su nombre y distintivos –todo en un corto periodo de tiempo– la mayoría de sus seguidores decidió que éste no era el equipo que habían apoyado hasta ahora, y lo abandonaron.

Estas cuestiones ejemplifican lo que los filósofos llaman Identidad en el Tiempo: ¿qué es lo que hace que una cosa, considerada en un momento del tiempo, sea la misma cosa más adelante? Yo, por ejemplo, tengo confianza en que soy la misma persona que nació en Wakefield en 1965, que estudió en el Politécnico de Huddersfield y que se casó en 1995. Y también confío en que la mujer con la que duermo por las noches es la misma que la mujer con la que me casé en ese día. Pero ¿cómo sé que soy la misma persona y que ella también lo es?

El filósofo John Locke hizo una sugerencia muy útil: dijo que la identidad de las personas en el tiempo consiste de memoria. Es una idea muy sencilla : yo recuerdo haber hecho mis votos de matrimonio y mi esposa recuerda haber dicho los suyos. Si tengo una memoria de haber hecho algo, entonces soy la persona que lo hizo; esto suena a sentido común. Pero no estoy seguro de que sea correcto.

Recuerdo haberme casado y recuerdo haberme graduado del politécnico; pero no recuerdo mi primer día de clases. Y de hecho mis memorias son más escasas y más vagas a medida que retrocedo en el tiempo, y eso querría decir que no soy la misma persona que ese niño que entró a la escuela hace años; pero estoy seguro que esa conclusión es errónea. De modo que podemos modificar un poco la idea de Locke para que dé el resultado correcto.

Recuerdo haberme graduado del politécnico hace 20 años, de modo que soy esa misma persona. Y ese joven recién graduado puede haber recordado su primer día de clase, así que son la misma persona. Y si el graduado y quien esto escribe son el mismo, entonces soy el mismo que el niño que empezó la escuela. Porque la Identidad es una cosa que los filósofos refieren como una “relación transitiva”: si A es igual a B, y B es igual a C, entonces A es igual a C.

Aunque incluso esto puede no ser del todo correcto; por ejemplo, no tengo memoria de cuando nací, y es probable que nunca en mi vida la haya tenido, ya que las memorias  no empiezan a guardarse de forma permanente sino hasta alrededor de los tres años. Así las cosas, de acuerdo a Locke nunca puedo ser ‘el mismo’ que ese bebé que nació en 1965. Esta conclusión no puede estar bien, aunque hay quienes dicen que debemos aceptarla. Veamos este caso: hay personas que sufren de pérdida de memoria permanente; las parejas de personas con demencia frecuentemente dicen que en los estados más avanzados de la enfermedad, la persona no parece ya ser la misma que conocieron y amaron. El paciente puede ni siquiera reconocer a su esposo y no recordar nada de su pasado juntos. Quizá la persona ya no está, aunque su cuerpo queda. Pero, ¿es esto literalmente correcto? Las parejas aún se siente obligados para con estas personas aunque ya no las reconozcan, y cuando dicen que “no es la misma persona”, quizá quieren decir que sus personalidades y memorias han cambiado.

Veamos otra razón por la cual la sola memoria no puede constituir mi identidad en el tiempo. En la serie original de Star Trek, hubo un episodio fantástico llamado “El Enemigo Dentro”. Debido a un desperfecto en el tele-transportador, el Capitán Kirk es duplicado en vez de transportado. De modo que hay dos Kirks con cuerpos idénticos y memorias idénticas hasta el momento del desperfecto. Uno de los dos Kirks es un poco más amable y el otro un poco más grosero; llamémosle Kirk Bueno y Kirk Malo. El problema aquí es que ambos son igualmente similares al original, así que no podemos decir que el Bueno es idéntico al Original, si el Bueno no es idéntico al Malo. La identidad es una relación de uno-a-uno. Para ser idéntico, sólo puedo ser idéntico conmigo mismo en un momento anterior o posterior del tiempo, pero no con otras cosas.

Así que tengo dudas respecto a que la memoria u algún otro tipo de continuidad sicológica puedan servir como base de la identidad. No pueden ser mi esencia, y no pueden ser lo que me hacer ser la misma persona que el niño que estaba en la escuela en 1969.

¿Hay más teorías?

Primeramente, podríamos preguntarnos, ¿por qué las personas debían ser diferentes de cualquier otro objeto? Estoy muy seguro de que la silla en la que me siento en mi oficina es la misma de ayer, y que no es otra silla parecida. Y es lo mismo con mi computadora, mi coche, la pluma en mi escritorio; todos estos son objetos inanimados cuya identidad no puede consistir de memorias ni de ningún tipo de continuidad sicológica. Quizá las personas debemos ser iguales, y la identidad sea simplemente continuidad física: tener el mismo cuerpo que se tenía en un tiempo anterior.

Pero las cosas no son tan sencillas. Hemos escuchado de parte de los biólogos, cómo el cuerpo se renueva cada siete años: en mi cuerpo no hay ahora mismo ni una partícula de materia que yo tuviera hace siete años. Así que ¿en qué sentido tengo el ‘mismo cuerpo’? Y además, mi cuerpo ahora mismo no se parece mucho al cuerpo con el que nací, el cuerpo de un bebé.

Pero no desesperemos, las cosas pueden permanecer a través de los cambios. De hecho, el cambio parece basarse en esta Identidad en el Tiempo que buscamos. Permítaseme explicar esto. Sólo podemos decir que ha ocurrido un cambio, cuando hay un sujeto a quien dicho cambio ha afectado. Por ejemplo, sólo podemos decir que un hombre se ha quedado calvo si el hombre que tenía cabello en 1990 es el mismo que no tiene en 2008. Ambos hombres tienen que ser idénticos para que el cambio pueda llevarse a cabo, de modo que necesitamos una noción de Identidad en el Tiempo que permita tal cambio.

Para este propósito, los filósofos han propuesto una distinción: identidad numérica no es lo mismo que identidad cualitativa. La identidad cualitativa quiere decir que dos cosas son iguales en todas sus cualidades, atributos y propiedades. Dos clips por ejemplo, se ven exactamente iguales, y decimos que son exactamente similares, pero no queremos decir que ambos son uno y lo mismo. Eso último se llama identidad numérica. Así que podemos tener identidad cualitativa sin identidad numérica, por ejemplo con esos dos clips que son indistinguibles entre sí. Pero además podemos tener identidad numérica sin identidad cualitativa: cuando algo ha cambiado, sigue siendo la misma cosa pero ha sufrido un cambio en sus cualidades, como el hombre que se quedó calvo.

Por lo tanto no debería preocuparme que mi cuerpo se renueve completo cada siete años, porque es la forma en que naturalmente se sostiene y no significa que su identidad numérica cambie. Esto quiere decir que hay un sentido biológico aceptable en el que “tengo el mismo cuerpo con el que nací”, aunque mi cuerpo actual no se vea igual que aquél.

Pero justo cuando parece que hemos resuelto la cuestión, hay un problema todavía. Veamos de nuevo la historia de mi coche, que tuvo sus partes reemplazadas: como el proceso fue gradual, podemos decir que es similar al proceso del cuerpo humano renovándose y que no debemos tener duda de que es el mismo coche que compré. Pero he aquí algo más: existe la posibilidad de que haya alguien que compre partes de segunda mano para volverlas a usar. Imaginemos que dicha persona primero se hizo de la parte trasera de mi coche en un deshuesadero, y más tarde se encontró las partes delanteras sustituidas, todas las cuales fue reparando. Aún después, se encontró el motor que descarté, y como es excelente mecánico, lo hizo funcionar también. Y hasta compró llantas usadas, que eran exactamente las llantas que yo sustituí.

Esto es preocupante, porque justo cuando pensaba que seguía teniendo mi coche original con partes renovadas, ahora veo que hay alguien que tomó todas esas partes y las puso juntas de nuevo, lo que podría indicar que es él quien tiene ahora mi coche original. Podemos ver que esto es una variación del problema del Kirk Bueno y el Kirk Malo; tenemos un Coche Reparado y un Coche Reconstruido, ambos con cierto derecho a decir que son el Coche Original.

Este problema ha sido considerado desde la antigüedad, después de que en un libro de Plutarco se propuso una historia similar acerca de un barco. Es un problema genuino porque si nadie hubiera re-ensamblado el coche, yo estaría seguro de tener el original; y si yo no hubiera reparado el coche, el comprador de partes usadas lo tendría. Así que hay motivo de preocupación.

Debimos darnos cuenta de que movernos de continuidad de memorias, a continuidad física, no resolvería todo. El Kirk Bueno y el Kirk Malo no sólo tenían las mismas memorias sino los mismos cuerpos; se habían dividido de forma parecida a una ameba.

Derek Parfit, un filósofo contemporáneo, piensa que tales casos nos muestran que la Identidad en el Tiempo no es entonces tan importante después de todo. Si mi identidad es una relación de uno a uno, entonces debe perderse necesariamente si me divido como una ameba. Suena raro, pero seguramente es mejor que matar a uno de los duplicados. Lo que más nos importa es la supervivencia, así que sobrevivir como dos cosas es una opción preferible a ser destruido por completo.

Jonathan Lowe, otro filósofo contemporáneo, presenta otro punto de vista en referencia los límites de lo que puede hacer la filosofía. Los filósofos normalmente se enfocan en el análisis, y en este caso quieren analizar en qué consiste la identidad. Pero el análisis tiene sus límites: si analizo la identidad de una persona en términos de su identidad de memoria, lo que estoy haciendo es pasar el problema a otro lado, y ahora me tengo que preguntar ¿en qué consiste la identidad de memoria? Del mismo modo, si digo que esta silla es idéntica a la silla de ayer porque tiene las mismas partes, puedo preguntarme qué hace que cada parte sea la misma de ayer. Por lo tanto, cualquier explicación de identidad, en términos de identidad de alguna otra cosa, está incompleta.

Hay una forma en que podría hacerse completa: si la identidad de algo es una identidad primitiva, o sea no basada en ninguna otra cosa, entonces el análisis termina. Pero al mismo tiempo esto es admitir que el análisis de la identidad es imposible, porque una identidad primitiva significaría que no es analizable.

Estas breves consideraciones parecen insatisfactorias y no concluyentes, y desde luego se ajustan a los díceres de quienes consideran que la filosofía nunca llega a ninguna respuesta. Pero me parece que por lo menos hemos establecido algunas cosas importantes aunque la pregunta final de la identidad no haya sido contestada.

Primeramente, hemos visto que tener las mismas cualidades o atributos no es necesario para que algo permanezca siendo lo mismo a través del tiempo, y que dos cosas diferentes pueden verse igual.

Pero al mismo tiempo vemos que esto no presenta problema porque el cambio es inevitable, y el cambio requiere que una misma cosa tenga diferentes cualidades en diferentes tiempos. Por lo tanto, no hay que creer automáticamente que, por el hecho de que una cosa haya sido reparada y sus partes sustituidas, se convierte en otra cosa. Lo que parece ser importante es cierta noción de continuidad, para que una cosa siga siendo la misma. Puede haber cambios, pero no demasiados al mismo tiempo.

Pero también hemos visto que en algunas circunstancias extraordinarias, incluso una continuidad de atributos generales no pueden garantizar la identidad numérica: dos ó más cosas pueden compartir los atributos del original, y cuando esto pasa, al parecer se pierde la identidad estrictamente definida; pero quizá ese no sea el final de la cuestión, porque hay cosas que pueden sobrevivir a una pérdida de identidad.

De modo que si mi coche es reparado y las piezas viejas son destruidas, me quedo con el original que compré. Si el comprador de partes usadas lo reensambla, quizá no, y puede ser que existan don coches con el mismo derecho a decirse ‘original’, siendo ambos diferentes de éste. Me sorprendería mucho que se diera tal situación, pero creo que sería aceptable. Habría dos coches muy similares al que compré originalmente, y yo diría que el mío habría sobrevivido a sus accidentes aunque no a la pérdida de identidad numérica.

Sólo hay un problema, y es referente a una persona que se divide. En el mencionado episodio de Star Trek, el Kirk Bueno y el Kirk Malo pelean mientras ambos insisten diciendo “Yo soy el Capitán Kirk”. Si esta división le pasara al lector, estaría seguramente en una situación truculenta. Sería muy difícil de lidiar con una división de este tipo desde la perspectiva de la primera persona, y debemos saber que en algún punto en el futuro, precisamente este caso llegue a ser posible.





-- Many thanks to Prof. Mumford for his permission to translate his article into Spanish.




VIDEO DEL DÍA


Al Stewart es conocido por su canción “Year of the Cat”, y algunos piensan que fue un ‘one-hit wonder’, lo que no podría estar más lejos de la realidad. Stewart es uno de los mejores compositores ingleses de los 70s, y en particular yo lo pongo por encima de Bob Dylan. Aquí le presento “Almost Lucy”, pero si quiere ver más de su catálogo, siga con The Running Man, On the Border, Delia’s Gone, Time Passages, Clifton in the Rain, If It Doesn’t Come Naturally, Eyes of Nostradamus, y Roads to Moscow. Todas son magníficas. Si no lo es aún, aproveche este domingo y hágase fan de Al Stewart.





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