miércoles, 12 de noviembre de 2014

Porno asqueroso




Publio Terencio (195-159 a.C.) nació como esclavo en Cártago pero se ganó su libertad tras ser comprado por un senador romano, quien lo educó y se impresionó tanto con sus habilidades que lo hizo un hombre libre. Para los 26 años ya había publicado seis obras teatrales que aún se conservan. En una de ellas, Heauton Timoroumenos (“El Atormentador de Sí Mismo”), tiene esta frase que lo hizo famoso:

 Homo sum, humani nihil a me alienum

Que significa “Hombre soy, y nada de lo que es humano me es ajeno”. Pero es que Terencio no tenía YouTube. Si no, quién sabe si hubiera osado escribir eso.

Y aunque de ninguna manera voy a hacer menos las orgías romanas de aquel entonces, estoy convencido de que se llevaban a cabo por lo menos a puerta cerrada y que no repartían mosaicos de lo que ahí pasaba entre los niños que pasaban por el Coliseo, que es básicamente lo que tenemos hoy en internet y que hace que todo el porno asqueroso del mundo no cueste ni medio sestercio para verlo.

Pero el porno asqueroso en sí, difícilmente escandalizaría a Terencio. No creo que el hecho de que tengamos acceso instantáneo e irrestricto a ver toda clase de, um… inclinaciones, haya hecho que de repente hayamos pensado en fetiches que no existieran hace dos mil años. Supongo que los griegos ya tenían alguna depravación low-tech equivalente al fetiche de cuadritos de Tetris. Y sí, existe eso. Y no, por favor no lo busque.

Ahora bien, esa universal diseminación de todas estas prácticas exóticas que deberían ser privadas, tampoco escandalizaría a Terencio. De hecho a nosotros ya nos escandaliza sólo un poco; recordemos que ya en 1932 Aldous Huxley cacheteó las buenas conciencias del siglo 20 con su “Mundo Feliz” y la idea de las orgías obligatorias (“Orgía-Porfía”) a las que las personas eran expuestas desde la infancia en su futuro distópico.


Lo que sí me parece que le podría revolver la panza a Terencio –y qué digo Terencio: al mismo Calígula– son algunas de las cosas que juzgamos divertidas hoy en día. Aquí va:

En 2007 un video porno (“de cuyo nombre no quiero acordarme”) ganó mucha notoriedad en el internet. Los actos mostrados no eran ni remotamente sexo normal, sino que involucraban prácticas escatológicas bastante extremas. POR FAVOR no lo busque.

El punto es que el video era tan perturbador que la gran mayoría de la gente que lo veía no podía terminarlo, o vomitaba a medio video, lo que inauguró otro tipo de video que se hizo igual de popular: gente viendo el video original y grabando sus reacciones. Y la verdad es que tan sólo de ver las reacciones de las personas, se le quitaban a uno las intenciones de buscar la fuente.

Pero nada de esto es lo que me escandaliza a mí, ni mucho menos al ya multimencionado Terencio. Lo que me inflama es esto:

Que entre esos videos de “reacciones” había uno –de hecho uno de los más populares– en el que la persona que estaba viendo el porno asqueroso y cuyas reacciones estaban siendo grabadas, era una señora de unos setenta años, que por supuesto no podía creer lo que estaba viendo y se ponía enojadísima y le decía a su nieto que fuera con el sicólogo porque algo malo tenía que tener en la cabeza, lo cual es probablemente muy cierto.

Déjeme recalcar para que no quede duda del punto: a un fulano le pareció divertida la idea de mostrarle A SU ABUELA un video de pornografía extrema y vomitiva, con el fin de escandalizarla, FILMARLA Y PONERLA EN INTERNET para que cualquier extraño se riera de ella.

Ni a Calígula se le hubiera ocurrido.




VIDEO DEL DÍA


Sean Connery.  El 007más icónico. La Voz. Difícilmente podemos pensar en otro actor que evoque tal imagen de ser cool.  Pero Sir Sean no hizo solamente personajes aterciopelados y dignos. En 1974 quizá le faltaba dinero para pagar algunas cuentas, y aceptó filmar Zardoz, una película de ciencia ficción delirante que no se puede describir, sino sólo contemplar en su extrema rareza:





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