sábado, 28 de junio de 2014

Lectura y Guacamole




Me van a perdonar los fetichistas de este tipo de posters (o sea del poster original, antes de que yo le agregara la frase de abajo), pero no se deben de tomar las palabras “libro” y “lectura” como sinónimos, o metonimias, de “Cultura” (en el sentido de alta cultura, no de forma de vida generalmente aceptada de un pueblo).

Si alguna vez hace muchos siglos la Lectura, esa sí con mayúsculas, fue un acto casi sagrado, ya no lo es ni con mucho. Y no es que se haya degradado, pero la lectura y escritura, como habilidades, han pasado de ser algo extremadamente raro, a ser una necesidad básica, una capacidad trivial  que no está supeditada a ver cuántas letras pueden poner en el papel unos pocos escribas y maestros, sino que está masificada y por ende tiene hoy todo tipo de contenidos. A lo que voy, que es la ‘herejería’ que muchos no pueden terminar de deglutir: hay lecturas objetivamente malas, objetivamente nocivas.

Es exactamente lo mismo que la comida: durante milenios hemos sobrevivido tratando de corretear conejos y encontrar alguna mora silvestre que no nos hinche la cara al momento de comerla. La comida era literalmente sagrada. Hoy en muchos países el problema es la obesidad, tratar de descifrar cuál es el colesterol bueno y el malo, y qué remolachas combinadas con Omega 3 nos bajan la panza. No podemos negar que al tener una necesidad satisfecha, siempre hacemos lo mismo: abusar y empezar a fabricar Doritos con sabor a tocino y frambuesas. Y bañarlos de chocolate.

Escribí más en detalle en otro post, de donde copio este párrafo:

   “Digamos que dos jóvenes son tomados al azar. No son especialmente violentos, ni generosos, ni nada en específico. Son, digamos, ‘normales’. A cada uno se le toma aparte y durante años no se le da a leer más que un solo tema: al primero, nada más que libros de filosofía y de ciencia; al segundo, nada más que libros pornográficos y novelas rosas. Una dieta de uno y de otro a largo plazo, ¿qué mentalidad provocan? ¿Podemos pensar que no hay diferencia? Creo que sería difícil sostener tal posición.”

Ahora bien: POR SUPUESTO que la Lectura enriquece, abre la mente, etc etc etc. Y también la comida nutre. Pero en ambas hay que tener criterio. ¡Seguramente un biberón de Coca-Cola al bebé de 3 meses no es tan bueno como la leche materna! Y lo que entra por los ojos también es alimento.

A lo largo del tiempo ha habido posturas encontradas acerca de la escritura y la lectura. Platón dijo que “los libros son como las figuras pintadas, que parecen vivas, pero no contestan una palabra a las preguntas que les hacen”, y muchos maestros de aquél tiempo preferían la instrucción oral y el diálogo a la simple lectura, porque “El maestro elige al discípulo, pero el libro no elige a sus lectores, que pueden ser malvados o estúpidos”. Y abundando en este punto acerca de la importancia de la instrucción de viva voz, Clemente de Alejandría (s. II) añadió que “Escribir en un libro todas las cosas es dejar una espada en manos de un niño”.

Eso es en cuanto a los defensores de la memoria y el entendimiento, la instrucción presencial y la relación maestro-alumno. Del otro extremo están también los campeones de la idea no sólo de Lectura, sino del Mundo mismo como Escritura que debe descifrarse: el poeta francés Stephane Mallarmé (1842-98) dijo que “El mundo existe para llegar a un libro”, como metáfora del entendimiento total mucho más allá de meras palabras; eso fue más o menos al mismo tiempo que el escocés Thomas Carlyle (1795-1881), famoso por su propuesta de la historia humana como ‘historia de los héroes’, añadió que “la historia universal es Escritura Sagrada que desciframos y escribimos inciertamente, y en la que también nos escriben”.

Así que en todo caso, la lectura y le escritura van de  la mano del Entendimiento y del Criterio. Cierro aquí con un pasaje de otro libro, “Kung Fu en Una Taza de Té”:


  “El cuerpo requiere de alimento y de ejercicio.
   De la misma forma, el espíritu debe ser alimentado.
   ¿De qué se alimenta el espíritu?
   De impresiones y de experiencias, que le dan forma,
   y de actos de voluntad, que le conceden temple.
   Pero como este alimento es sutil y difícil de ver,
   frecuentemente es ignorado y despreciado.

  Un hombre puede recorrer diez leguas para encontrar a un médico que cure su dedo o su oído, mas rehúsa buscar un maestro o seguir una disciplina, aún y cuando su espíritu está embotado y enfermo.

  Un hombre desde luego rehusará un alimento descompuesto, y se tapará la nariz y la boca si pasa por un lugar de olores infectos. Y sin embargo no desdeña participar en actos vergonzosos y asumir actitudes degradantes.

¡Cuán sutil es este alimento, y qué tragedia es no poder encontrarlo!”



VIDEO DEL DÍA

He aquí el guacamole más original que he visto. No quiero decir nada acerca de él para no arruinar la sorpresa:





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