viernes, 1 de noviembre de 2013

Las Caras del Mal




Si le preguntara, de la historia del cine, cuál considera usted que sea la mejor “cara del mal”, o sea la mejor encarnación física de maldad en un rostro, seguramente entre sus opciones estarían estas tres, que son icónicas: 

Linda Blair, El Exorcista  (1973)
 
Jack Nicholson, El Resplandor  (1980)

Payaso de juguete, Poltergeist  (1982)


Y la verdad es que aunque esos tres son claros contendientes, hay muchísima tela de dónde cortar. Desde que el cine existe, hay películas de terror y que exploran el lado oscuro. Los personajes más fascinantes muchas veces son villanos, y cuando ese personaje encarna un momento de mal absoluto, se crea una imagen hipnótica difícil de borrar de la memoria. Max Schreck  en Nosferatu (1922, arriba), Anthony Perkins en Psicosis (1960),  y Ellen Sandweiss en Evil Dead (1981) son ejemplos destacados. Robert Englund como el asesino de los sueños Freddie Krueger en Nightmare on Elm Street (1984) es espectacular con su famosa línea “this is God”; y  Tim Curry como el payaso diabólico en It (1990) son también icónicos.
 
Ahora bien, de entre todos los que he mencionado hasta aquí, sólo dos (El Resplandor y Psicosis) no son personajes sobrenaturales sino dementes, que en mi opinión son los que pueden crear el mayor terror, porque son posibles

Aquí le presento una lista de mis diez momentos más aterrorizadores del cine, con algunas explicaciones breves. No tomo en cuenta cosas como Halloween ni Viernes 13 porque los protagonistas traen máscara, y son más bien sus acciones y la atmósferano el rostro del actor lo que nos asusta; tampoco cosas como An American Werewolf in London (1981) ó The Beast Within (1982) poque el terror viene de lo bien hechos que están efectos especiales; ni tampoco cosas como Alien (1979), Chucky (1988) ni Los Tomates Asesinos (1978) porque los monstruos no son humanos. Y sí, existe una película de tomates asesinos.


LA LISTA DEL TERROR:


Amanda Bearse, Fright Night  (1985)


Me dirá el lector que esta película en pleno 2013 no asusta ni a un niño de secundaria. Pero como con todos los personajes mencionados aquí, hay que verlos en su contexto y por eso siempre incluyo el año en el que salieron. En 1985 apenas estábamos en la revolución de efectos especiales con maquillajes complejos, que inauguró cuatro años antes American Werewolf in London, y que seguía siendo extremadamente efectivo. Ahora bien, esta película es una mezcla de terror y humor negro: de ninguna manera es ‘terror serio’ como El Exorcista, pero la escena en que aparece esta cara (y a pantalla completa, nada menos) es uno de los sustos mejor logrados que hay: la novia del protagonista tapa su rostro y llora para engañar al héroe, que dejar caer su crucifijo. Y en ese momento, ella se quita las manos de la cara y muestra ese rostro. De todos los de la lista, este es el único que incluyo que es más maquillaje que actor, pero es que hasta el día de hoy recuerdo el susto original de esa escena.


Bolo Yeung, Bloodsport  (1988)


Para mí la cara perfecta del mal tiene que tener crueldad, una ausencia de empatía que raye en lo sobrenatural, o un gozo extático con el hecho de hacer daño. En una película que no es ni siquiera de horror, Bolo Yeung hace por algunos segundos esta expresión después de casi romper el cuello de su oponente en una pelea. Dígame el lector que no se espantaría de ver semejante cara en persona.


Christian Bale, American Psycho (2000)


Bale, junto con Daniel Day-Lewis, son en mi opinión los mejores actores de la actualidad. Extremadamente versátiles, se funden en sus personajes y desaparecen por completo bajo ellos. Y cuando el personaje es un psicópata que sólo piensa en sangre, violencia y tortura, obtenemos una cara como esta, muy parecida a la anterior en cuanto al gozo del dolor inflingido.


Brad Dourif, El Exorcista III  (1990)
Brad Dourif no es tan famoso como otros aquí, y se le reconoce más bien por ser la voz de ‘Chucky’ el muñeco diabólico, y más recientemente por ser el traicionero Grima Lengua de Serpiente en El Señor de los Anillos. Pero su carrera es larga y muy distinguida, y muy pocos como él pueden encarnar personajes demenciales con tanta efectividad. En El Exorcista III, es el ‘Asesino Géminis’, que al morir es tomado por el demonio de la película original y puesto en el cuerpo del sacerdote. Ocupando así los tres un mismo cuerpo, se la pasan en un cuarto de un manicomio, pero ocasionalmente pueden poseer a otros para realizar crímenes. En este monólogo que deja al espectador helado, Dourif (hablando como el asesino) explica su condición y cómo hace lo que hace con la ayuda del demonio. Aún si la película no tuviera ningún elemento sobrenatural, la actuación no sería menos intensa.


Mo'Nique Imes-Jackson, Precious (2009)


Hay veces en que un actor hace su personaje tan bien, como Dourif en el punto anterior, que nos aterran por mucho tiempo. Hay otras veces en que el personaje no tiene nada de sobrenatural y es simplemente una persona increíblemente malvada y exenta del peso de una conciencia. En la película Precious, Mo’Nique hace un papel tan increíble como una madre que abusa de su hija, que no puede uno menos que desear quemarla en leña verde. No soy fan del Oscar, pero cuando se lo dieron a ella fue merecidísimo: no había competencia.


Tom Towles, Henry: Retrato de un Asesino (1986)


Esta es una película poco vista, está más o menos basada en la vida del asesino en serie Henry Lee Lucas, y fue el principio de la carrera del actor Michael Rooker. Sin embargo, con todo lo excelente que es en el papel, para mí es Towles - como su compañero de crímenes Otis - el que se lleva las palmas, representando a un degenerado sin conciencia que poco a poco va gustando del placer de matar gente, hasta la infame escena en donde se meten a la casa de una familia que cena… y no le digo más al lector.


Malcom MacDowell, La Naranja Mecánica (1971)


En la misma vena de personajes faltos por completo de empatía, está el personaje clásico de Alex, del que se ha dicho todo. Aunque el autor del libro, Anthony Burgess, odió la película por su glorificación de la violencia y por haber cambiado el final ‘feliz’ del texto, la actuación de MacDowell es trascendente y nos dio uno de los mejores psicópatas de la historia del cine, en particular con la horrible escena de ‘Singing in the Rain’.


Laurence R. Harvey, The Human Centipede 2, Full Sequence (2011)


Incluyo a este actor porque pocas veces he visto una selección de rostro tan buena para un sádico demente, y porque su representación es magistral, aunque no habla en toda la cinta. La obra en sí no es más que ‘torture porn’ como se le llama al estilo hecho popular por Saw a partir de 2004, pero mire el lector por favor la cara de esa persona, e imagíneselo toturando a más de una docena de personas de la forma más atroz. Sin decir nunca una palabra.


Lily Taylor, The Haunting (1999)
Aquí la mayoría de los lectores que se acuerden de esta película (malísima) estarán en desacuerdo conmigo, y sobre todo poniéndola tan alto en la lista. Pero la pongo porque quiero subrayar un punto.  El tema aquí es una casa embrujada y no va mucho más allá ni presenta nada nuevo. Pero en la escena que pongo, una de las protagonistas se pierde en la casa, empieza a escuchar y sentir cosas, y finalmente llega a lo que me parece un par de segundos de terror perfecto: ve su propia imagen en el espejo, distorsionada y con una expresión malévola. Pero vea la escena: la distorsión no es ni con mucho demoniaca, al estilo de ‘El Abogado del Diablo’, pero para mí es mucho más espantosa. La distorsión es milimétrica y breve, y en esa pequeña alteración del propio rostro que conocemos, se encuentra el terror: el no-reconocimiento, la caída en lo que quizá es desconocido o quizá sólo es latente.


Eihi Shiina, Audition (1999)


Kathy Bates en Misery (1990) y Charlotte Gainsbourg en Antichrist (2009) nos mostraron a dos escalofriantes mujeres trastornadas, y Eihi Shiina hace aquí lo mismo, pero es con mucha diferencia la más atrrorizante y, para mí, una de las escenas más espantosas que hay en cine mainstream. Dirigida por el genial/desquiciado Takashi Miike, Audition es una historia que empieza como si fuera un drama existencial más bien romántico, pero que de repente entra en territorio muy, muy oscuro y ya no vuelve a salir de ahí. 


El personaje de Asami tiene un alma que ha sido torturada y deformada más allá de la redención, y en la escena final en la que tortura a su amante, nunca se altera, nunca grita, nunca deja esa sonrisa infantil de la imagen de arriba. La escena fue descrita por nada menos que John Carpenter, director de Halloween, como “demasiado extrema y muy difícil de ver completa”. 

He ahí el mal que más nos aterra: el que no es sobrenatural ni demoniaco; sino más bien frío, desprovisto de toda compasión y como diría Nietzche: ‘humano, demasiado humano’.

1 comentario:

  1. Estuve checando unas películas, me llamó la atención Precious, porque parece que llega a tener un final alentador.

    ResponderEliminar