sábado, 12 de octubre de 2013

Suicidarse con lujo de paciencia






Una puerta sin ninguna señal: simple y sin candado. Puerta de una casa cualquiera en un barrio cercano a la plaza principal. No hay nada que llame ni que invite. Información que sólo va de boca en boca o en papeles baratos que se reparten en las sombras. Entrar de prisa y sin llamar, sin mirar a los lados. Alfombra pared silla roja. Desinfectante que después llega a ser es agradable al olfato. Una escalera de medio caracol sube a la derecha, discreta. Buenas tardes.

Debi obvia elección entre una docena de mujeres de carnes derrotadas, Debi de senos firmes y talle estrecho. Ingenua grácil divertida pobre Debi, panacea de quienes se dedican a suicidarse con lujo de paciencia; twenty quid is all she asks for. Compañera (acaso algún día) para un Siddharta que no ha llegado aún al punto del vómito universal. La mayor parte del tiempo, compañía para aquellos que la encuentran libre; descripción suficiente.

Cuarenta minutos aunque siempre tienen que ir y tocar el timbre, Debi gustosa de prolongar el placer hasta el delirio si te sabes portar a la altura; dime, dime, dime cómo. Ni siquiera los besos están prohibidos. Debi. Sólo diecinueve, cicatrices, tos crónica que cede durante breves períodos de tiempo; dulzura fuera de lugar al yacer uno tras otro, tendidos de lado después de; con su cabeza descansando en tu brazo que va, termina y entrelaza su mano, lánguidos movimientos de los dedos. Ambos en perfecto silencio.

Jabón barato, agua tibia que nos divierte; back in our disguises pero con parsimonia, prolongando el encuentro más allá del mero cuerpo, la identificación de dos que se cruzan de vez en cuando en caminos que no parecen buenos, pero por lo menos nos cruzamos de vez en cuando y nos sentimos menos solos, menos culpables por no saber encontrar otros caminos. Cosas hechas que podemos traducir e interpretar pero tememos hacerlo.

Sí, tememos. Debi tan temerosa como yo de separarnos, no queremos encontrarnos de nuevo aunque ambos sabemos que regresaré. Sólo para saludarte, Debi. Un beso.

Otra vez no hay fósforos. Está bien, esperaré a salir a la calle.




Telares.  11, 4   (Nudo)


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